Un conejo recién nacido ha despertado la inquietud de los vecinos de la comunidad de Namie Tsushima, una población a escasos 20 kilómetros de la central nuclear de Fukushima. El animal nació sin orejas, una malformación que más allá de privarle del rasgo más característico de su especie ha hecho temer a las autoridades japonesas que podrían aparecer más mutaciones, incluso en personas.
El nacimiento del conejo sin orejas ha desatado los temores acerca de los efectos de las fugas radiactivas de la planta nuclear tras los daños provocados por el terremoto y tsunami de marzo pasado. Aunque aún no se conocen otros casos, se teme por posibles malformaciones en los próximos nacimientos de bebés humanos.
Este jueves la AIEA dio parte a sus estados miembro sobre la situación actual de la planta japonesa en su sede central de Viena. A lo largo de junio el organismo pretende mantener reuniones internacionales a nivel ministerial para abordar el asunto.
El subdirector general de la agencia, Denis Flory, ha matizado en rueda de prensa después de la cita que las autoridades nipones ya han facilitado información apropiada, pero añadió que para el próximo encuentro deben entregar los datos más recientes y detallados de los que dispongan, como el estado actual de los seis reactores de Fukushima-1 y las razones por las que agua altamente contaminada por radiación fue a parar al mar.
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